En él no era nada. Ni un recuerdo, ni
una sonrisa, ni un instante. ¿Cómo podía explicarle que para ella él
representaba su universo entero? Una canción de amor, una esquina en el centro,
cada mirada perdida, todas las sonrisas alocadas. Un tema de rock, un poema de
Cortázar, una historia de pasión, cada palabra callada. Un mensaje de texto con
un simple hola que esconde un te extraño tan inmenso como desesperado, una
respuesta que no llega y una indiferencia que aplasta.
Una espera que se hace eterna, un deseo
que nunca llegará. Una ilusión que terminará en olvido.
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